El otro día vino un vendedor a mi casa lo atendí x mi ventana y me dijo no reniegues y empezó a venderme sus chocolates y le dije no estoy interesado gracias y lo deje frío y cerré la ventana vienen diferentes vendedores cada mes ya aburren ya no colaboró con nadie y puse una cámara de seguridad para espantarlos.
Los mando a la rekun$#&#$dre No tengo nada contra ellos, pero si incomoda que toquen muy fuerte. Lo mismo para los testigos de Jehová.
Nunca hay que perder los modales, lo primero es saludar: buenos días, buenas tardes, o buenas noches. Aunque sea un hola, o un buenas. Luego hay que escuchar, ¿qué tal si están vendiendo algo que necesitas? Al menos a mí me ha pasado alguna que otra vez, hubiera sido un necio si me tapaba los oídos sin escuchar. Y por último, si no te interesa: muchas gracias, no estoy interesado. Hasta luego.
Mi esposa y mis cinco hijos, hemos tenido la oportunidad de comprar a unos chicos que vendian galletas de coco elaboradas por la universidad agraria la molina.
Casi nunca tocan vendedores a mi puerta. Lo que sí tengo (o tenía) son muchas llamadas spam que molestan.
No abro la puerta, con tanta delincuencia, ya no confío en abrirla o conversar con extraños que llaman a la puerta.
Desde hace unos años atrás sólo vienen a mi puerta unos contratistas para cambiar las tejas de los techos de las casas y otros para instalar ventanas nuevas con insulaciòn para el frío y calor. No los necesito y los despacho rápido. Hace tiempo pasaban por aquí contratistas para instalar televisiòn por cable como Comcast, que ahora se llama Xfinity. Ya no se les ve muy seguido. Pero, hace muchos años pasaban muy seguido vendedores de productos de limpieza. Uno de ellos, pidiò entrar a mi casa y mostrar cómo puede su producto remover la grasa que se acumula en la estufa por tanta fritura o la grasa del cuerpo que se pega en el piso de la tina o en las paredes de la misma. De verdad que con un trapo cualquiera y con su producto, removiò tales asentamientos de grasa. Yo le preguntè si ese producto era inofensivo para los niños, pues mis hijos aùn estaban pequeños. El muy condenado me dijo que sí, que su producto era tan inofensivo que hasta se podía ingerir y no envenenaba, y el muy que te dije le quitó la tapa a la botella y empezó a tomar de ese limpiador. ¡Para! ¡para! ¡para!- le dije, -a mí no me vienes con trucos, déjame marcar el nivel del líquido en la botella y después empiezas a tomar de ese producto. Con un plumón marqué la seña del nivel y el muy condenado siguió tomándose ese limpiador como camello en el desierto. ¡Mi madre! ¡Este hombre está loco o desesperado por vender! - me dije para mí mismo. Le compré tres botellas. A los dos años me arrepentí de mi compra. Ya no tenía de ese producto y ese vendedor no volvió nunca más. Los limpiadores que compro ahora no son tan buenos y los que sí limpian te obligan a que abras las ventanas porque sueltan vapores muy fuertes. Debí haberle comprando diez botellas a ese tipo. Lo peor es que su limpiador ni siquiera tenía nombre, eran botellas blancas con un tipo de rociador en la tapa para aplicar donde era necesario.