Un doble atentado del ISIS provoca una matanza en las afueras del aeropuerto de Kabul Un suicida se ha inmolado entre la multitud concentrada en los alrededores del aeródromo mientras un segundo artefacto explotaba en un hotel cercano. Hay al menos 60 muertos, 12 de ellos soldados estadounidenses, según el Pentágono. Una mujer herida llega al hospital tras las dos explosiones de hoy cerca del aeropuerto de Kabul. 26 AGO 2021 - 16:17 L a advertencia de EE UU acerca de un inminente ataque terrorista en las inmediaciones del aeropuerto de Kabul se ha confirmado este jueves por partida doble, añadiendo confusión a la vorágine de las labores de evacuación y una imagen, la de militares estadounidenses muertos, que el presidente Joe Biden nunca habría querido contemplar como colofón a las críticas por la caótica retirada de Afganistán. Decenas de muertos —incluidos 12 militares estadounidenses, según confirmó el Pentágono— y de heridos es el balance de un doble atentado suicida perpetrado en torno al aeródromo. Un alto funcionario de Sanidad afgano ha elevado la cifra a 60 muertos y 140 heridos, en declaraciones a la BBC, mientras el diario The Wall Street Journal cifraba el número de afganos muertos en 60. El primer ataque se produjo en la entrada principal del recinto, donde desde hace días se concentra una multitud ansiosa por escapar del país, cuando un terrorista suicida hizo detonar la carga explosiva de su chaleco mientras era inspeccionado en el control de acceso, bajo control de militares estadounidenses. El segundo, perpetrado asimismo por un suicida, tuvo lugar junto a un hotel situado a dos kilómetros de distancia. El ISIS, enemigo declarado de los talibanes, se atribuyó la autoría de los ataques. Las nuevas autoridades de Kabul se apresuraron a condenar el atentado. “A pesar de que estamos entristecidos por la pérdida de vidas, continuaremos nuestra misión (...) Todavía hay una serie de amenazas activas” en torno al aeropuerto, desde un posible ataque con cohetes a un atentado con coche bomba, aseguró desde el Pentágono el general Kenneth Mckenzie, jefe del Estado Mayor, en alusión a la evacuación de estadounidenses y colaboradores afganos de Kabul. Tras las explosiones, “milicianos del ISIS abrieron fuego contra civiles y fuerzas militares” en la zona, informó el alto mando. Según el portavoz talibán, Zabihullah Mujahid, el balance de víctimas mortales podría elevarse hasta la veintena. “Entre 13 y 20”, declaró a la agencia France Presse. Mujahid condenó “enérgicamente” el atentado. “Ha ocurrido en una zona donde las fuerzas de EE UU son responsables de la seguridad”, precisó en su cuenta de Twitter, aunque en la práctica es una información matizable. Milicianos talibanes vigilan el exterior del aeropuerto mientras la supervisión del interior del recinto está en manos de EE UU, con un despliegue de 5.200 soldados autorizado por el presidente Biden para garantizar la seguridad de la evacuación. La Casa Blanca seguirá adelante con los planes de evacuación, descartando cualquier modificación del plazo de evacuación, que concluye el próximo 31 de agosto, a consecuencia del doble atentado. El general Mckenzie, que elevó a un millar los ciudadanos estadounidenses que siguen en Afganistán, subrayó que las tropas continuarán la misión encomendada. “La amenaza del ISIS es completamente real y esperamos que ataques como estos se repitan”, precisó el jefe de Estado Mayor, que aseguró que su país “perseguirá” a los responsables del doble atentado. El de este jueves es uno de los más mortíferos padecidos por las tropas de EE UU a lo largo de las dos décadas que ha durado el despliegue aliado. El presidente Joe Biden fue informado de los hechos mientras mantenía su reunión diaria con los miembros del equipo de seguridad nacional, a la que se incorporó desde Guam la vicepresidenta, Kamala Harris, de gira oficial por Asia. La noticia obligó a posponer la importante reunión que el mandatario iba a mantener con el primer ministro israelí, Naftali Bennett. También se aplazaron otras comparecencias previstas en la Casa Blanca. Pese a la alerta emitida a última hora del miércoles por la legación estadounidense en Kabul, instando a sus ciudadanos a evitar el traslado al aeropuerto, por riesgo inminente de ataque terrorista, un diplomático occidental confirmó a Reuters que las entradas del aeródromo seguían colapsadas por una multitud ansiosa de escapar a medida que se aproxima la fecha límite de la evacuación, el próximo martes. Poco antes de la explosión, el portavoz del Pentágono había desmentido informaciones que apuntaban un final anticipado de las evacuaciones a causa de la amenaza terrorista. “Vamos a seguir evacuando a tantas personas como sea posible hasta el término de la misión”, tuiteó Kirby. El jueves por la mañana, cerca de la puerta Abbey del aeropuerto de Kabul, la marea de personas que había acudido casi era aún mayor que en días atrás. Las advertencias que aseguraban que había muchas posibilidades de que se produjera un atentado terrorista que acarrearía muertes, no evitó que miles de afganos trataran, junto a sus familias, como vienen haciendo desde hace más de una semana, de entrar al recinto del aeródromo desde ese lado. Cada vez era más difícil y arriesgado. Los talibanes, de hecho, ya actuaban muy cerca de las puertas de acceso, apaleando a la gente o disparando al aire para intimidar a la muchedumbre. A veces, un solo talibán, armado con una vara o con una porra hecha con cadenas forradas de plástico, era capaz de hacer retroceder a una multitud acobardada. El hecho indica hasta qué punto los talibanes inspiran terror a la población afgana. La certeza de que cada vez quedan menos días para escapar —Alemania ya ha dicho que se va este viernes, por ejemplo— espoleaba a la gente, cargada de maletas, enarbolando al aire sus documentos. Días atrás, aún se apreciaba cierta solidaridad entre los que pugnaban por entrar. Una especie de ayuda colectiva de la que se beneficiaban los más mayores y los niños. Pero eso, según se pierde la esperanza, también se esfuma. Así que el jueves había más gestos feos entre los congregados, más empujones y agresiones sucias por ganar un puesto más cerca de la puerta. Incluso ahí, en la primera fila de ese infierno cada vez más peligroso, al lado mismo de lo más duro de la cola, había vendedores ambulantes que ofrecían botellas de agua o bolsas de patatas fritas. Lo más solicitado, con todo, era una bebida que gusta mucho en todo Kabul: un refresco energético que es una copia falsa de Red Bull. Para llegar hasta allí los vendedores callejeros deben pasar los difíciles controles de los talibanes pero lo hacen y ahí están. El País
El terror que los talibanes han causado al tomar el control de Afganistán es indescriptible, de nunca acabar.
Terrible lo q está pasando en ese país. Dios mediante pueda acabarse esto en tiempo corto más e inocentes no sigan pagando x pecadores (terroristas).